Madrid se convertirá el próximo 26M en la comunidad más cotizada por socialistas, populistas, y partidos que quieren ganar en la capital.
Hace ocho años, cuando se celebraron las municipales de 2011, Mariano Rajoy consiguió triunfar sacando 10 puntos al PSOE. Fue la antesala que, meses después, lo llevó a La Moncloa. En lugar de irse de fiesta, Rajoy se quedó hasta las cuatro de la mañana revisando los resultados de los pueblos, sobre todo gallegos para ver si habían surtido efecto sus mítines. Y así lo hizo.
Ahora es Pablo Casado quien se enfrenta a una prueba de fuego: mantener Madrid o perderlo. Casado tiene mucha menos fuerza interna que Rajoy. Pero, aunque es de Palencia, los votos que lo alzaron en el partido fueron sobre todo los de los delegados madrileños. Y ahora esos votos de toda la gente son claves para saber si finalmente España dará un giro a la izquierda o se quedará en la derecha.
Esa noche, no se duda de que Casado estará muy atento a los pueblos de la Comunidad y a los barrios de la capital, como Rajoy lo estuvo con los gallegos.
En dos semanas, se sabrá si la izquierda da el KO definitivo al partido popular o si PP, o el bloque PP, Ciudadanos y Vox resisten la oleada que se produjo el pasado 28 de abril cuando Pedro Sánchez logró una amplia ventaja en votos frente al resto de partidos.
Hay 8.131 municipios en juego, 12 autonomías, unas elecciones europeas y muchos frentes más como es el independentismo de Cataluña, Andalucía, etc. Ahora bien, todos los partidos tienen claro que, la clave, el tesoro más cotizado, es Madrid. Quién lo conseguirá es la respuesta que todo el mundo quiere saber.
Por ahora, el Ayuntamiento de Madrid sigue siendo de Manuela Carmena que se hizo con la alcaldía en 2015 por la mínima porque hubo votos sin concejales a UPyD y Vox, con casi 10.000 apoyos.
Para la izquierda, Madrid es su talón de Aquiles
Para la izquierda Madrid siempre ha sido un punto de inflexión. En 2015, IU no logró pasar el umbral del 5% y eso impidió que Ángel Gabilondo fuera presidente. Sin embargo, el panorama actual no solo hace que la izquierda esté dividida, también la derecha lo está y eso, por parte del PSOE, Más Madrid y Podemos, puede suponer una victoria si siguen con el positivismo de las elecciones generales.
En cuanto al PP, se juega la hegemonía de la derecha a manos de Ciudadanos, que ha dado un vuelco a la estrategia para evitar la movilización de la izquierda. “Es evidente que nos equivocamos en las generales. Logramos una movilización espectacular de la izquierda y del nacionalismo contra nosotros y, sobre todo, contra Vox. Nos destrozó. Ahora tenemos que cambiar el tono, no dar miedo, sacar mucho menos a José María Aznar y a Cayetana Álvarez de Toledo y olvidarnos de Vox y Ciudadanos. Nuestro rival es la izquierda. Casado tiene que apuntalar su poder con Madrid, que es su territorio. Tenemos una ventaja: los votantes de Vox ya han visto la inutilidad de su voto y, además, Vox ya no va a movilizar tanto a la izquierda porque ya no da tanto miedo. Pero tenemos que hacer una muy buena campaña para ganarle a Ciudadanos y gobernar en la ciudad y la Comunidad. Eso salvaría a Casado”.
Y es que Casado, que no quería ni hablar de Rajoy, ahora lo recupera dejando a un lado a Aznar y recupera la estrategia de Pedro Arriola: no dar miedo para no movilizar a la izquierda. Ahora bien, en caso de que necesitara a Vox, su mensaje podría no ser todo lo «pacífico» que querría.
Las batallas están concentradas en Madrid, incluso la que libra Pablo Iglesias con Íñigo Errejón, su amigo íntimo, con quien ideó Podemos, y ahora enemigos en partidos contrarios.
Tanto las elecciones municipales como las autonómicas se han convertido en una segunda vuelta de las generales y todo es posible. Que hay una debacle en el PP no se duda, lo que no se sabe es cómo quedará al final tras los resultados del 26M. El resto de partidos, también se juegan mucho: el PSOE necesita consolidar su dominio sobre el resto de partidos; Unidas Podemos tiene que resistir e intentar captar votos; y así los demás partidos. Porque en Madrid se decidirá el verdadero poder de los partidos.
Fuente: ElPaís.